Cuando voy por su barrio siempre procuro verla; ella me gusta, su dulce y tierna mirada, su cuerpo al andar, su sonrisa, ... todo en ella parece perfecto. Lo que pasa es que no me hace ni caso, me rehuye, si me ve intenta esconderse con tal de no saludarme. Pero siempre que voy por su barrio veo a su madre, la cual en cuanto me otea, busca cualquier excusa para saludarme, ver qué tal me va, vamos, que siento que busca algo, ¿me ve como el tipo ideal para ella? Puf, pero es que uno, con 30 años, tiene sus preferencias, y en mi caso, prefiero a la hija, aunque ella pase de mí...

Mini relatillo inspirado en esta visión.

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