Rutillas: Sevilla II
24 de Septiembre, 2004   23:48

Creo que ya he comentado anteriormente que eso de poder ir hasta la estación de autobuses en bici, meterla dentro del bus y que al llegar a tu destino tu bici esté allí para llevarte a dónde tú quieras no tiene precio; el año pasado la rutilla fue por la Alpujarra profunda y esta vez tocaba probar sensaciones de libertad en Sevilla. Además no hay nada como pasearse una ciudad en bici durante toda un día para tomarle las medidas, medio quedarse con el cante de qué es lo que hay, más o menos dónde está, y quedarse luego con ganas de ver más, mucho más. Pero bueno, eso será más adelante, de momento esto es lo que se puede ver en una mañana en Sevilla a bordo de una dos ruedas:

Todo comienza por la mañana, cuando te despiertas sonriente, desayunas algo, preparas en el GPS la ruta supuestamente más adecuada para llegar desde Sevilla Este hasta el centro y tiras para allá. Pasas por la calle de San Fernando, ahora llena de estudiantes y que está medio peatonal con eso de las obras del metro (que se pueden ver desde detrás de la valla que han puesto) y continuas camino al río (que siempre ejerce cierta atracción hacia uno) y desde el puente de San Telmo haces una fotillo. El día está gris, lo cual es una pena para las fotos, pero viene de miedo para circular, por aquello del fresquito tan bueno que hace.

De allí río abajo buscando el Puente de las Delicias por aquello de que es el último que hay en el mapa turístico y de repente se vé uno metido en el puerto, puerto de Sevilla, desierto, al parecer los viernes no tienen nada de actividad allí y se respira una tranquilidad que no tiene precio. Al lado un piragüista disfruta río arriba.

Un poquitín más arriba un edificio que no viene pintado en el mapa pero que está, por lo menos yo lo he visto. El pabellón de México (Expo de 1929) ahora Vicerrectorado de la Universidad y muy chulo exteriormente.




Subiendo hacia el norte la Plaza de América, con el Pabellón Mudéjar a un lado, muy guapetón, ahora museo de Costumbres y Artes Populares y al otro lado el Museo Arqueológico. Anotar que ambos museos tienen muy buena pinta y encima son gratis para ciudadanos europeos, así que tocará ir a verlos tranquilamente algún otro día.

Camino del Costurero de la Reina, que parece estar vacío y del que me gustaría saber que era exactamente, de qué Reina, para qué se usaba (ya investigaremos ; ) pasé por la puerta del conservatorio Profesional de Danza, un edificio que tampoco viene en el mapa pero que exteriormente llama también la atención.

Y más adelante, a eso de las 12:30, ya estaba muerto de hambre y por probar en el primer bar con terracita (con vistas a la Torre del Oro) que encontré me paré a tomar un buen colacao y un par de magdalenas. En la foto nótese que en el encuadre aparece la bici al fondo, detalle siempre importante ; )

Ya que estaba en la puerta de la Torre del Oro y que ésta estaba abierta qué mejor ocasión para entrar y ver el Museo Naval que dentro se hospeda, un museo bastante reducido pero interesante y de entrada reducida ; ) Además explicación gratis (previa pregunta a la señora de la entrada) del qué es o qué era la Torre del Oro: la Torre del Oro, desde su construcción en el siglo XIII ha sido de todo un poco: almacén, cárcel, mazmorra, y lugar de acuñación de moneda, moneda que se traía a través del río, se acuñaba dentro y desde aquí se distribuía a dónde fuera necesario. El nombre Torre del Oro proviene de unas planchas doradas que le añadieron en no sé qué siglo en la parte de arriba de la torre y que al reflejar la luz del sol le daban cierta apariencia dorada.
Ya dicen que siempre es bueno preguntar.

Y en fin, hasta aquí parecía todo acabado pues ya iba siendo hora de volver a casa, si bien al disponer de cierto tiempo extra decidí hacerlo subiendo río arriba y rodeando por la ronda antigua de la ciudad que aparecía pintada en el mapa; y en este periplo estaba cuando al pasar bajo la Pasarela de la Cartuja (un puente, vamos) debajo estaba un grupo de gente bastante activo: fotógrafos por un lado, varios cámaras de televisión por otro, jóvenes por todos lados y unos cuantos artistas del graffiti pintando en las paredes; al primero que pregunté qué hacían allí resultó ser francés y en medio inglés me contó que era una concentración de artistas del graffiti a nivel europeo que iban a expresar su arte durante 4 días; y como en todas las expresiones artísticas había cosas muy chulas y otras que o bien no eran chulas o bien costaba ver dónde estaba el arte, pero verse se vieron, algunas, claro, aún quedaban 3 días más por pintar, así que lo que no estuviera aún pintado ya se verá otro día.

Como conclusión, si Granada se define un poco como una ciudad en la que se respiran los antiguos tiempos árabes, en Sevilla se respiran los tiempos del descubrimiento de America: los nombres de las calles, nombres de cuidades y lugares del nuevo mundo, sus descubridores, conquistadores, los edificios que recuerdan esa época,... y de nuevo, un viaje en el tiempo...

Les habló un ciclista transportado al Siglo XV

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