Hoy tocaba playa: por tanto, un desayuno express, una sombrilla en el hipermercado y camino de Matalascañas. La playa elegida no estaba a pie de la carretera, elección basada en el criterio “si hay que andar 20 minutos para llegar a la playa no habrá tanta gente” (que la había) y el día estupendo, sol a radiar y agua fresquita.

Por el camino de tablones un ruido ambiental extraño, como si alguna criatura silvestre estuviera rompiendo ramitas a todo lo largo del paseo, cada ramita rota en un punto aleatorio del espacio; de repente una inmensa curiosidad por averiguar ¿qué es lo que suena? Un pipi entre los matorrales nos dio la clave: unas semillas que ante el sol azotador se secan a tope y estallan cual palomita en cazuela, acción que dispara algunas de sus semillas a zonas lejanas dónde brotas de nuevo cuando las lluvias vengan.

Les habló un tiíllo que si fuera gato habría muerto de curiosidad ;)

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