Cueva del Agua
12 de Febrero, 2004   23:29

Saliendo de Granada dirección Pulianas va uno pasando Pulianillas, Pulianas, Güevejar y llega finalmente a Cogollos de la Vega. Poco después de acaba la carretera y empieza un camino, como si ese fuera el último pueblo en la ruta (de hecho, lo es!) Y llegamos a la cueva del Agua en Sierra Harana, una cueva cuya principal peculiaridad es que no se ha formado por disolución de terrenos calizos y la acción del CO2 en el agua, sino que ha surgido a causa de una gran masa pétrea que en la formación de una falla pulverizó rocas sedimentarias al desplazarse entre ellas, convirtiéndolas en finas arenas que posteriormente han sido lavadas por acción del agua. Es lo primero que nos explicó el guía antes de entrar en la cueva, a un grupo de unas 20 personas entre las que estaban los asistentes al curso de Monitor Ambiental en el que está mi hermano y los que como yo fuimos de apegados.

El caso es que la cueva es alucinante, tanto por las formaciones como por la multitud de aparatos que tiene instalados la Universidad para su estudio que aunque siendo de un importante impacto visual (desde luego no parecen cosas naturales dentro de una cueva) recogen multitud de datos como temperatura, presión, humedad, conductividad del agua, … y permiten su estudio así como el de todas las especies que en ella habitan, algunas de ellas autóctonas.

Entre otras cosas vimos una pintura rupestre, básicamente líneas difícilmente identificables y algunos arpones que si eran algo más reconocibles, pinturas probablemente hechas con carbones sobre las que posteriormente ha cristalizado algún tipo de mineral que las ha conservado hasta nuestros días. ¿5.000 años? ¿10.000 años? Una pintada con la que alguien, hace mucho tiempo quiso explicar algo y hasta nosotros ha llegado.

Los que antes ya habíamos estado en una cueva habíamos vivido el experimento, pero siempre es interesante repetirlo, sobre todo por aquellos que no lo habían sufrido en sus carnes; se trata de apagar todas las luces que llevábamos (principalmente en el casco puestas) y observar que pasa, y es el hecho de ver la oscuridad absoluta, esa oscuridad que en los tiempos que corren es prácticamente imposible conseguir, a veces ni de noche metidos en un armario. Un segundo antes podíamos verlo todo, estalactitas, estalagmitas, el suelo que pisamos, barandillas, techos, a nosotros mismos, … y de repente ese entorno que apreciamos desaparece porque sin luz no somos capaces de ver nada. Y después todo el mundo en silencio te permite apreciar los miles de sonidos que hay dentro de una cueva, principalmente las gotas de agua cayendo y las miles de reverberaciones que produce su sonido al rebotar contra todos los elementos de la cueva. Ante nosotros la pregunta: ¿quién es capaz de salir de la cueva sin luz a pesar de lo bien indicado que está el camino y teniendo en cuenta que no hay ninguna barrera arquitectónica?

Al final de la cueva la perla de la misma, un lago alucinante que se observa desde un mirador en el que hay que entrar por turnos por su pequeño tamaño. Te lo pueden explicar, incluso enseñar en una foto, pero hay que verlo en persona para realmente saborearlo.

De allí ya todo el camino de vuelta para volver a salir al exterior, a ver esa luz a la que hasta que uno se acostumbra de nuevo, casi molesta en los ojos. Estamos en el mundo exterior!

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